Sergio
Moro pasó en cuestión de años de ser un juez desconocido a protagonista de la
mayor investigación contra la corrupción de Brasil. Ahora, un año y medio
después de condenar a prisión al expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, asume
el Ministerio de Justicia del nuevo Gobierno.
Tras
haber declarado que "jamás entraría en política", Moro (1972) accedió
al llamamiento de Bolsonaro, impulsado por su "deseo" de
"implementar" una agenda de lucha contra la corrupción, el crimen
organizado y la violencia.
El
magistrado, quien se convirtió en el rostro y símbolo de la lucha
anticorrupción en Brasil, se alzó a la fama nacional al mandar a la cárcel a
diversos empresarios e influyentes políticos, entre ellos Lula da Silva
(2003-2010).
Con
una estrategia inspirada en la operación italiana "Manos Limpias",
que acabó con una compleja red de corrupción política en ese país en los años
1990, el juez federal frenó la corrupción en la petrolera estatal Petrobras,
una tarea por la que se ganó la admiración de unos y las críticas de otros.
Algunos
de sus detractores más severos, muchos partidarios del exmandatario
encarcelado, insisten en que Lula sufrió una "persecución" por parte
de Moro y que, al aceptar la cartera ministerial, el juez evidenció su
"pérdida de la imparcialidad".
Desde
el inicio de Lava Jato, Moro tuvo a Lula en la mira y, a medida en que se
conocía la dimensión de la trama corrupta, no dudó en ordenar su detención para
conducirlo a declarar ni en divulgar comprometidas conversaciones telefónicas
privadas de la entonces presidenta Dilma Rousseff (2011-2016).
Asimismo,
a pocos días de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales del pasado
octubre, el juez levantó el secreto judicial de las declaraciones de Antonio
Palocci, un influyente ministro en los Gobiernos de Lula y Rousseff, en el
marco de un acuerdo de colaboración con las autoridades ampliamente cuestionada
por el Partido de los Trabajadores (PT).
Tras
el anuncio de que sería el titular de la Justicia, el propio Lula llegó a
publicar una carta en la que afirmaba que "si alguien tenía dudas sobre la
motivación política" de Sergio Moro, "él las disipó al aceptar ser ministro"
de un "Gobierno que ayudó a elegir con su actuación parcial".
Sin
embargo, antes de convertirse en una figura pública nacional, el juez, quien
tuvo una breve carrera como abogado hasta abandonarla en 1996, actuó en
destacados casos de corrupción y delitos financieros.
Su
primer gran caso, el del banco Banestado, terminó en 2003 con un centenar de
acusados en la cárcel y, dos años después, colaboró con una magistrada de la
Suprema Corte en un caso que golpeó por primera vez la administración de Lula y
probó sobornos a legisladores a cambio de apoyo a su Gobierno.
El
"juez estrella" de Brasil nació en Maringá, en el sureño estado de
Paraná, en una familia de clase media, estudió derecho en su ciudad natal y se
especializó en el combate al lavado de dinero en un programa de Harvard.
Durante
los cuatro años de vida de la Lava Jato, el magistrado siempre buscó mantenerse
alejado de las intrigas políticas, incluso cuando su nombre entró en las
quinielas de posibles candidatos a la Presidencia de Brasil.
Fuente: RPP
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