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A los 85 años, uno de los más grandes compositores del  Perú, dejó de existir. Augusto Polo Campos no pudo más. Se fue al adiós eterno con sus canciones que la mayoría de peruanos han cantado en sus hogares, en reuniones, en los acontecimientos nacionales.

La madrugada del jueves, que coincide con el inicio de la primera visita del papa Francisco al Perú, dejó de existir en la clínica Gob Hope, en donde permanecía en estado de gravedad.

Un médico del citado nosocomio había dicho horas antes dijo a la familia del creador de ‘Contigo Perú’, que ya no se le podía suministrar más medicamentos.

Florcita Polo, hija del artista, contó a los medios que ella vio partir al infinito a su querido padre.

Polo Campos nació el 25 de febrero de 1932 en Ayacucho, vino a Lima y tuvo una vida dura, aunque en su infancia había mostrado talento para combatir la adversidad a través de la rima y los versos. Su afición musical nace porque la casa de sus padres era un bastión de la música popular, cuya creatividad alimentó su espíritu prolífico.

Augusto Polo Campos es autor de decenas de canciones que han calado en el corazón del pueblo. Entre sus más célebres composiciones se encuentran Cariño Malo, Regresa, Y se llama Perú, Cuando llora mi guitarra, ¡Ay Raquel! Contigo y sin ti, Cariño bonito.

La historia del célebre compositor se hizo popular cuando en el 2013 se realizó la miniserie Los amores de Polo, que relataron parte de su rica e intricada biografía.

La obra de Augusto Polo Campos es inmensa y sumamente polifacética. Tal y como lo describió en cierto momento un conocedor de su música, Pepe Ladd. Polo compuso valses nacionalistas y militaristas (Y se llama Perú - con “la R del rifle”), tradicionalistas (Limeña y Limeño soy),  románticos (Vuelve pronto, Regresa), y muchos más.

Muchos de ellos con Los Troveros Criollos, Los Morochucos y el inmenso “Zambo” Cavero con Oscar Avilés.

No hay intérprete criollo que no haya entonado uno de sus temas... Ni ciudadanos que hayan cantado Contigo Perú a viva voz, o Y se llama Perú sin dejarse ganar por la emoción. Un grande ha partido.

Fuente: La Republica