Conmemoramos un nuevo aniversario
del Descubrimiento de América, o más precisamente, del hecho de haber llegado
Colón a una de las Islas Bahamas, que los nativos llamaban Guanahaní y que
Colón denominó San Salvador.
Acerca de Colón, como acerca de
cualquier personaje histórico considerable, hay desfiguraciones, falsedades y
lugares comunes que la crítica especializada, felizmente, se ha encargado de ir
desvaneciendo; pero como las aclaraciones de los estudiosos y eruditos no
suelen llegar al gran público, éste sigue repitiendo los errores y
esparciéndolos inconsideradamente.
Para aquilatar debidamente la
figura de Colón y la empresa del Descubrimiento, hay que desbrozar el asunto de
leyendas y falsedades, y señalar los defectos y pecados del Almirante.
No es cierto, por ejemplo, que la
reina haya ofrecido empeñar sus joyas para pagar la expedición, porque la reina
ya las tenía empeñadas; las había empeñado para rescatar la ciudad de Baza.
Entonces, una de dos: o se refería a otras joyas, que por lo demás no se
conocen, o, sencillamente, se había olvidado de que tenía sus joyas empeñadas.
Desde pequeños nos cuentan la
historia de que hubo tres carabelas: la “Niña”, la “Pinta” y la “Santa María”.
Eso es falso, porque la “Santa María” no era carabela, sino nao; las únicas
carabelas eran la “Niña” y la “Pinta”.
FUENTE: EL COMERCIO.
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