Eduardo
Cunha, Marcelo Odebrecht y Eike Batista viven la realidad de las cárceles de
Brasil por su implicación en el Lava Jato.
Recluidos en el
Complejo Médico Penal de la sureña ciudad de Curitiba, ex ministros, ex
diputados, empresarios y ex directivos de Petrobras consumen su tiempo en
celdas de doce metros cuadrados compartidas entre tres.
Obligados a largos
períodos de silencio y sin derecho a visitas íntimas, las dos horas diarias de
sol y un televisor de 20 pulgadas suavizan el descarnado presente de hombres
como José Dirceu, ex jefe de gabinete del ex presidente Luiz Inácio Lula da
Silva (2003-2010), o Eduardo Cunha, ex presidente de la Cámara de Diputados y
cerebro de la destitución de la mandataria Dilma Rousseff en 2016.
Una norma que favorece
a los que tienen estudios superiores completos los protege de compartir su
estadía con delincuentes comunes, una ventaja que no tendrá el empresario Eike
Batista, quien llegó a poseer una fortuna de 30.000 millones de dólares,
encarcelado este lunes con la cabeza rapada a un penal corriente de Rio de
Janeiro.
Fuente:
El Comercio
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