El Gobierno de Barack Obama ha optado por el distanciamiento de
Temer. Bajo la premisa de que se trata de un asunto interno, Washington se
limitó la semana pasada a reiterar su “confianza” en la “capacidad de la
democracia brasileña” para superar estos tiempos “turbulentos”. Eso sí, ni la
Casa Blanca ni el Departamento de Estado han realizado aún una llamada para
hablar con el Gobierno interino.
Obama “sigue confiando en la capacidad de las instituciones
democráticas brasileñas para resistir las turbulencias políticas”, dijo su
portavoz, Josh Earnest. La misma vaguedad destiló su colega del Departamento de
Estado, John Kirby, cuyo jefe, John Kerry, tampoco se ha puesto todavía en
contacto con el nuevo gabinete en Brasilia.
Según Kirby, EE UU está
“observando y siguiendo lo más de cerca posible” este período de “desafíos
significativos” que atraviesa el gigante sudamericano. “Creemos que Brasil tiene
una democracia fuerte como para superar esto y estamos convencidos de que
seguiremos teniendo una fuerte relación bilateral”, agregó. No dijo con quién
preferiría tener esa relación.
FUENTE: EL PAÍS.

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