Caracas.
Fue una apuesta atrevida: Juan Guaidó, el líder de la oposición venezolana,
apareció en una base militar rodeada por decenas de oficiales uniformados y
aliados políticos para llamar a las fuerzas armadas a sublevarse contra el
presidente Nicolás Maduro.
Tres
semanas después, Guaidó se ha estado moviendo entre casas seguras para evadir
una posible captura. Muchos de los hombres que estuvieron a su lado ese 30 de
abril, al igual que varios legisladores y políticos que lo han apoyado, ahora
están en prisión o refugiándose en embajadas de otros países en Caracas. Los
soldados ya han cerrado varias veces el acceso a la Asamblea Nacional que
encabeza Guaidó.
Además,
las protestas de simpatizantes de Guaidó que desbordaban las calles se han
reducido mientras los venezolanos, ante el desplome económico y la escasez de
alimentos, combustibles y medicamentos, han regresado a su rutina de sobrevivencia.
Debilitado
y sin poder resolver de manera rápida la crisis política que asedia a
Venezuela, Guaidó se ha visto forzado a considerar posibles negociaciones con
Maduro, el hombre al que prometió sacar del poder. Ambos lados enviaron
representantes a Noruega para discusiones hace poco, en una concesión que
Guaidó ya había rechazado.
Fuente:
El Comercio.
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