A pesar de que operan en un
mercado con un potencial de crecimiento muy importante a corto plazo, los
empresarios que se dedican a los vuelos interregionales –vale decir, a la
conexión directa entre provincias del interior del país– tienen ante sí un
serio problema para su despegue: el suministro de combustible para sus naves.
Se trata de la gasolina de
aviación 100 LL, utilizada por aviones de motor o bimotor a pistón con una
capacidad que puede alcanzar hasta los 20 pasajeros. La cuestión es que solo
hay cinco lugares en todo el país donde abastecerse: Pisco, Lima y Trujillo, en
la costa, y Yurimaguas y Pucallpa, en la selva. Así, este déficit limita el
desarrollo de vuelos interregionales, pues con tan poco abastecimiento los hace
inviables.
“Estas son las naves ideales para
conectar el interior, sobre todo entre provincias de sierra y selva. Al ser
pequeñas, no tienen que lidiar con el aún bajo número de pasajeros en estas
rutas [lo que desanima a las aerolíneas grandes], ni con las condiciones de los
aeropuertos, pues se adecúan muy bien a toda clase de terreno.
¿Pero cómo pueden operar sin
combustible? No se puede desarrollar este mercado con esa piedra en el zapato”,
explica César Castillo, socio propietario del aeródromo Alas del Mar, ubicado
en el balneario limeño de Santa María.
Con este déficit, un avión
tendría que pasar por uno de estos cinco lugares de carga de gasolina para
hacer rutas internas que superen la hora de vuelo, es decir, triangular su
conexión y, con ello, encarecer sus costos y pasajes.
“Necesitamos más sitios donde se
venda el combustible 100 LL. Básicamente, lo que precisamos es que Osinergmin y
la Dirección General de Aeronáutica Civil (DGAC) actualicen la Ley de
Aeronáutica Civil, porque hay empresarios que quieren venderlo y no pueden”,
detalla el gerente de Ventas del fabricante de aviones Cessna en el Perú,
Djordje Velickovic.
¿Qué es lo que pasa? La ley
restringe la comercialización de esta gasolina porque el Estado temía que
pasara a manos del narcotráfico, sobre todo en la selva, algo válido, máxime en
las décadas de los 80 y 90.
Sin embargo, quienes cometen este
delito ya no usarían el 100 LL. O usan gasolina de 97 o 98 octanos –que sirve
al parque automotor– o se valen del turbo A1, un queroseno de composición
distinta. En palabras del empresario Paul Olivares, propietario de la aerolínea
Air Majoro, la ley quedó obsoleta.
Así, impide que aeródromos como
el limeño Libmandi, donde tiene su sede la academia de pilotos Master of Sky,
vendan el combustible que tienen pese a que pueden hacerlo, por ejemplo a su
vecino Alas del Mar, que opera con aeronaves ultraligeras.
UN DESPEGUE FORZOSO
Mientras tanto, para el futuro
cercano se bosquejan negocios de rentabilidad muy interesante: 31 rutas
interregionales y 189 frecuencias por aprovechar, según lo que publicó el
Mincetur en el 2011, como recuerda Carlos Gutiérrez, gerente general de la
Asociación de Empresas de Transporte Aéreo Internacional (Aetai).
“Demanda existe, por algo el
Mincetur invitó a los empresarios a invertir en este negocio, pero no depende
solo de ello. De nada sirve que exista mercado si no hay cómo atenderlo, y es
esta valla lo primero que se debe superar”, añade el ejecutivo.
El tiempo juega en contra. Este
año, más de 10 millones de personas volarán por el interior del país, y cada
vez requerirán más vuelos. Se necesita urgente una revisión del marco
regulatorio aerocomercial.
FUENTE: EL COMERCIO
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