En una entrevista para la
revista de los jesuitas “La Civiltá Cattolica", el Pontífice aseguró su opinión sobre los
divorciados y homosexuales. En esta dio a conocer que “no es posible una injerencia espiritual en la vida personal".
Sobre el tema antes
mencionado, dice que "hay
que tener siempre en cuenta a la persona" y añade: "Dios acompaña a
las personas y es nuestro deber acompañarlas a partir de su condición",
por lo que hay acompañarlos "con misericordia". Además contó una
anécdota: "Una vez un persona, para provocarme, me preguntó si yo aprobaba
la homosexualidad. Yo entonces le respondí con otra pregunta "Dime, Dios
cuando mira a una persona homosexual ¿aprueba su existencia con afecto o la
rechaza y la condena?".
Por otro
lado, también se refiere al papel de la mujer en la Iglesia y considera
"necesario ampliar los espacios para una presencia femenina más incisiva en
la Iglesia, temo la solución del 'machismo con faldas' porque la mujer tiene
una estructura diferente al varón, Pero los discursos que oigo sobre la mujer a
menudo se inspiran en una ideología machista".
"Las
mujeres -subraya- están formulando cuestiones profundas que debemos afrontar.
La Iglesia no puede ser ella misma sin la mujer y el papel que ésta desempeña.
La mujer es indispensable para la Iglesia".
Para
finalizar la entrevista, se define como un pecador: "Soy un pecador en
quien Dios ha puesto los ojos".
Fuente:
La República
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