Pasaba sus turnos de noche hablando con los
presos y acabó convertido al Islam. Terry Holdbrooks, guarda en la prisión de
Guantánamo en 2003 y 2004, ahora recorre Estados Unidos abogando por el cierre
de ese centro y explicando el sufrimiento de los detenidos, que en la
actualidad protagonizan una huelga de hambre. Ha dejado las drogas y el alcohol
y ha publicado un libro, “Traitor?”. De su vida anterior conserva unos grandes
orificios en el lóbulo de las orejas, que sigue exhibiendo.
Holdbrooks, de 29 años, tenía 18
cuando ocurrieron los ataques del 11-S de 2001. Al año siguiente acudió a un
centro de reclutamiento en su estado, Arizona. Hijo de padres drogadictos, que
a los 7 años le llevaron con los abuelos para que estos se encargaran de
criarle, no se consideraba precisamente el tipo ideal de candidatos que el
Ejército estaba alistando. Entregado a una vida nada disciplinada de droga,
sexo y rock-and-roll, como él mismo cuenta en las giras que ahora realiza, fue
descartado probablemente a la vista de la densidad de tatuajes que llevaba en
los brazos.
Conducía a los presos de las
celdas a los interrogatorios
Pero Holdbrooks fue persistente,
y en su cuarta visita al centro pudo hacer un test de aptitud. Fue reclutado en
agosto de 2002. En su libro explica cómo cuando su unidad de Policía Militar
fue destinada a Guantánamo, el sargento llevó primero a los soldados a la Zona
Cero de Nueva York. “Recordad lo que los musulmanes nos hicieron. Recordad a
quién custodiáis”, les dijo el mando.
Ya en la prisión extraterritorial
de Guantánamo, en la base estadounidense en Cuba, Holdbrooks tenía que conducir
muchas veces a los prisioneros desde sus celdas a los lugares de interrogatorio
y luego devolverlos al lugar de procedencia. “Afortunadamente para nosotros,
muchos de ellos son hombres más grandes de lo que algunos de nosotros somos”,
comenta, refiriéndose a la entereza mostrada en los interrogatorios y régimen
carcelario por gran número de detenidos, basada en su fe religiosa.
Cuando Holdbrooks, que adoptó el nombre de
Mustafá Abdula, dejó la rutina de aquel destino, sin embargo, su vida personal
volvió a descomponerse. Retornó a las drogas y al alcohol, que había dejado de
lado progresivamente, y se divorció. También el Ejército prescindió de él por
“desorden de personalidad generalizado”. La situación requirió una segunda
conversión. Desde 2009, las cosas se enderezaron. Volvió a los estudios, se
casó de nuevo y ahora está involucrado con Fondo Legal Musulmán de América,
dedicado a recoger dinero para ayudar a combatir legalmente posibles
injusticias contra musulmanes cometidas por perjuicios sociales o religiosos.
Fuente: ABC de España
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Lo Mejor de ser Humano es que Tenemos la Libertad de Comentar, Pensar, Opinar.....
y Entonces por que no Comentas!!!!!