“No tengo ni vanidad ni ego”,
remachó la noche del sábado Nicolás Maduro ante el público congregado en la
Sala del Hotel Maracay de la ciudad homónima. Con sus palabras, quiso asegurar
que nunca pretendió la presidencia de la República. Sin embargo, puesto ante la
oportunidad histórica de extender el legado de Hugo Chávez, prometió a quienes
le oían que, si lo eligen en las urnas el próximo 14 de abril, va a ser
"el presidente de la paz”.
Respaldado del comandante
revolucionario transformado en mito —o “en espíritu”, como al propio Maduro, un
católico devoto que también sigue las enseñanzas de Sathya Sai Baba, le gusta
decir—, el candidato del Gobierno viene haciendo en estos primeros días de
campaña un énfasis particular en un tema que su mentor y guía, Hugo Chávez,
eludió de manera sistemática durante la mayor parte de sus 14 años de mandato:
la inseguridad.
Desde hace buen tiempo, el auge
de la delincuencia figura en el primer lugar de las preocupaciones ciudadanas
en Venezuela, según las encuestas. Llamaba la atención la renuencia de Chávez a
referirse al tema —que solo tocó de manera concreta durante su última entrega
de Memoria y Cuenta ante el Parlamento, en vísperas de la campaña electoral de
2012. Aún más llamativa era la omisión ya que el crimen cobra sus víctimas en
los barrios pobres de los centros urbanos del país, cotos de la base electoral
de Chávez.
El interés personal de Maduro con
este tema promete empujar la aprobación final de la Ley de Desarme, postergada
en el seno de una Asamblea Nacional ampliamente dominada por el oficialismo.
Más allá de ello, falta por ver qué medidas concretas se generarán, o si se
trata de un simple matiz en la campaña que busca conectar con las inquietudes
de un electorado más urbano.
FUENTE: El País
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